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Japón: el director de Suntory obligado a dimitir por comprar CBD

Un directivo japonés pierde su puesto por comprar CBD legal en Estados Unidos, sin haberlo consumido nunca en Japón.

Amélie LEFORT
Publicado el
5/11/2025 14:35
Actualizado el
15/11/2025 10:47
Por
Amélie LEFORT
Takeshi Niinami frente a los medios tras su dimisión de Suntory

La historia de Takeshi Niinami ilustra hasta qué punto las fronteras culturales y legales alrededor del cannabis siguen siendo marcadas. Este directivo respetado, formado en Harvard y figura emblemática del mundo de los negocios japonés, perdió su puesto de director general de Suntory Holdings a principios de septiembre. ¿La razón? Un pedido de complementos alimenticios que contenían CBD realizado en Estados Unidos para combatir el jet-lag durante sus numerosos viajes profesionales.

Nada escandaloso en apariencia. Sin embargo, en el país del Sol Naciente, esta simple transacción desencadenó una investigación policial y provocó un revuelo mediático sin precedentes.

Una dimisión que genera debate

Takeshi Niinami, de 66 años, no es un desconocido en el panorama económico nipón. Antiguo CEO de la cadena de supermercados Lawson, fue el primer directivo externo en tomar las riendas de Suntory, empresa familiar fundada en 1899 que se ha convertido en un mastodonte mundial de las bebidas alcohólicas y no alcohólicas.

El pasado diciembre, la empresa había decidido reorganizar su gobernanza promoviendo a Nobuhiro Torii al puesto de presidente, devolviendo así el control a la familia fundadora. Niinami conservaba no obstante sus funciones de presidente del consejo de administración y de director general. Hasta este asunto que lo cambió todo.

Durante una rueda de prensa organizada en Tokio, el directivo quiso aclarar su posición: "Creo no haber infringido ninguna ley y ser inocente". Explicó que estos complementos le habían sido recomendados por un amigo estadounidense que le había asegurado que eran perfectamente legales. Su intención era simplemente atenuar los efectos del jet-lag que acompañaba sus constantes desplazamientos profesionales entre Japón, Estados Unidos y Europa.

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Cuando un paquete interceptado lo cambia todo

Los problemas de Takeshi Niinami comenzaron cuando unos paquetes que contenían estos famosos complementos alimenticios nunca llegaron a su destino. Uno de ellos, enviado a su domicilio de Tokio, fue aparentemente interceptado por las autoridades aduaneras. Esta interceptación desencadenó una investigación policial llevada a cabo por la prefectura de Fukuoka, en el marco de la ley japonesa sobre el control de estupefacientes.

Los investigadores incluso registraron el domicilio de Niinami, sospechando la presencia de sustancias derivadas del cannabis. Las autoridades examinan especialmente la posibilidad de que estos productos contengan THC, el compuesto psicoactivo del cannabis, estrictamente prohibido en Japón bajo todas sus formas.

El directivo informó a sus colegas del consejo de administración de Suntory de esta investigación el 22 de agosto. Pocos días después, el 1 de septiembre, proponía su dimisión por razones personales. La dirección de la empresa la aceptó inmediatamente, estimando que su comportamiento demostraba una "falta de conciencia" incompatible con su función de directivo.

Una legislación entre las más severas del mundo

Para comprender la magnitud de este asunto, hay que entender el rigor absoluto de las leyes japonesas sobre las drogas. Japón aplica una política de tolerancia cero hacia el cannabis y sus derivados, sin distinción entre uso recreativo y médico.

La posesión de sustancias que contienen THC puede conllevar hasta siete años de prisión. El tráfico o la importación son castigados aún más severamente. Pero más allá de las sanciones legales, es sobre todo la estigmatización social la que pesa en un país donde la reputación y el honor colectivo priman sobre el individuo.

Atletas, artistas, personalidades públicas: numerosos son los que han visto su carrera destrozada por infracciones consideradas menores en otros países. La cultura japonesa valora la contrición pública y las disculpas formales, incluso cuando los hechos reprochados parecen desproporcionados.

Niinami se plegó por otra parte a este ejercicio: "Es mi negligencia la que condujo a esta situación cuando compré estos complementos alimenticios. Me disculpo por el revuelo que esto ha provocado". Palabras que testimonian el peso de las convenciones sociales niponas.

La ironía de una dimisión en la industria del alcohol

Uno de los aspectos más llamativos de este asunto reside en la paradoja que plantea. Takeshi Niinami dirigía un imperio construido sobre la venta de alcohol: cervezas, whiskies, licores diversos. Suntory es por otra parte mundialmente conocida por sus whiskies japoneses de alta gama y fue incluso inmortalizada en la película "Lost in Translation" de Sofia Coppola, donde Bill Murray interpretaba a un actor que venía a promocionar el whisky de la marca en Tokio.

Sin embargo, he aquí que un jefe de esta industria del alcohol, sustancia psicoactiva legal y socialmente aceptada, pierde su puesto por haber simplemente pedido cannabidiol, un compuesto no psicoactivo utilizado por sus propiedades relajantes y antiinflamatorias. Peor aún: Niinami nunca consumió ni siquiera poseyó estos productos en territorio japonés.

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En numerosos países occidentales, el CBD se vende libremente en farmacias, tiendas especializadas e incluso grandes superficies. En Estados Unidos y en Europa, millones de personas lo utilizan diariamente para mejorar su sueño, gestionar su estrés o aliviar dolores crónicos. Los complementos alimenticios con cannabidiol son considerados perfectamente inofensivos, y su mercado pesa miles de millones de dólares.

Un desfase cultural que interroga

Este asunto pone de relieve la brecha considerable que existe entre las legislaciones nacionales sobre el cannabis y sus derivados. Mientras que algunos países como Canadá o Uruguay han legalizado el cannabis recreativo, y otros multiplican los programas de cannabis medicinal, Japón mantiene una línea dura heredada de la posguerra y de las presiones estadounidenses de la época.

Para Takeshi Niinami, consejero económico de varios primeros ministros japoneses y figura ineludible del empresariado nipón, esta dimisión marca un giro brutal. Sin embargo, permanece al frente de la Asociación Japonesa de Directivos de Empresas (Keizai Doyukai), donde ha reafirmado su inocencia ante los periodistas.

El antiguo CEO de Suntory no ha cometido ninguna malversación financiera, ningún abuso de poder, ninguna falta ética en el ejercicio de sus funciones. ¿Su único error? Haber subestimado el rigor de las autoridades japonesas concerniente a todo lo que toca, de cerca o de lejos, al cannabis.

Esta historia plantea una cuestión esencial: ¿hasta dónde pueden las legislaciones nacionales criminalizar comportamientos legales en otras partes del mundo? Y ¿cómo deben las empresas multinacionales navegar en este paisaje jurídico fragmentado?

Entre reputación de empresa y vida privada

Para Suntory, la ecuación era simple: conservar un directivo bajo investigación policial representaba un riesgo reputacional demasiado importante. En un país donde la imagen de marca y la respetabilidad son primordiales, era mejor cortar por lo sano inmediatamente, aunque eso supusiera sacrificar a un directivo competente y respetado.

Los sucesores de Niinami subrayaron por otra parte durante su rueda de prensa que el directivo les había asegurado haber comprado estos complementos pensando que eran legales. Pero en el contexto japonés, la intención cuenta menos que el resultado y la percepción pública.

Queda que este asunto subraya también los peligros de un desconocimiento de las regulaciones locales, incluso para cuadros internacionales experimentados. El CBD, considerado como un simple complemento de bienestar en gran parte del mundo occidental, se convierte en una sustancia prohibida en cuanto se franquean ciertas fronteras asiáticas.

Para los viajeros y los profesionales en desplazamiento, esta historia constituye un recordatorio brutal: lo que es legal en tu país puede causarte serios problemas en otra parte. Y en ciertos países, las consecuencias van mucho más allá de una simple multa o de un producto confiscado en la aduana.

Amélie LEFORT
Amélie LEFORT

Editora jefa

Editora jefa en Cannadeal, Amélie es una experta reconocida en el ámbito del cannabis. Licenciada en ciencias botánicas, Amélie ha sido consultora para célebres empresas norteamericanas optimizando sus métodos de cultivo. En Cannadeal, comparte su experiencia científica de manera accesible, explicando las propiedades del CBD con fuentes rigurosamente documentadas. Participa en conferencias internacionales y publica regularmente artículos en medios reputados. Su enfoque claro y pedagógico la convierte en una referencia para quienes desean comprender mejor los efectos terapéuticos del CBD.

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